26 de mayo de 2008

UN DESCUIDO QUE PUEDE SALIR CARO


Con lo ágil que está la sociedad actual, además del afán de conseguir bienes materiales, a veces ponemos las cosas de Dios a ocupar un segundo plano y siempre mantenemos lo demás como lo primordial de nuestra vida.

Dejamos a un lado las cosas que vienen del Padre como cultivar los valores espirituales, conocer más de su palabra, mejorar nuestro comportamiento y perfeccionar la familia; para afanarnos por las cosas que son importantes pero perjudiciales si nos dejamos usar de ellas.

A tal punto de que le servimos a dos dioses, como dice la Biblia. Pues creemos en Dios pero nos dejamos ahogar por las preocupaciones del diario vivir, aunque la palabra dice que cada día tiene su propio afán y el creador siempre nos proveerá de lo necesario para vivir.

Eso no quiere decir que debemos esperar sentados que Dios nos mande la comida del día, sino que hay que luchar por las cosas hasta donde lleguen nuestras posibilidades y dejarle el resto al altísimo porque si sucede algo que no nos esperábamos es porque el creador tiene un propósito con esa situación.

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