20 de enero de 2008

AY, VIRGEN DE LA ALTAGRACIA


La cultura popular
De este país pintoresco
Hace que estemos repletos
De un lenguaje ya habitual.
Y una que se ha de quedar
Porque ha caído en gracia
Y su influencia que no es escasa
Por lo que en muchos momentos
Es común vivir oyendo
“ay, Virgen de la Altagracia”.

Como aquel que ha podido
Mejorar su situación
Logrando una posición
Que muchos la han querido.
O que haya podido
Que su dama le dé las gracias
Porque ella se extasia
En el momento más envolvente
Expresando posteriormente
“ay, Virgen de la Altagracia.

O que el que está desesperado
Por no encontrar qué comer
Ve cómo llega aparecer
Ese buen samaritano
Que con un moro calentado
Su hambre como una acacia
En ese momento la sacia
Haciendo que el pobre hombre
Diga hasta gastarle el nombre
“ay, Virgen de la Altagracia”.

Y quien después de las promesas
Escuchadas en campaña
Lo que ve le extraña
Por llevarse la sorpresa
De que toda esa belleza
Resultó siendo falacia
Y por caer en desgracia
Grita con impotencia
Con las manos en la cabeza
“ay Virgen de la Altagracia.

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