2 de noviembre de 2008

Descansen en paz los cementerios

Da pena que, aparte de que la situación económica está muerta y el país no tiene en que caerse muerto, vivimos en luto porque todo lo que es del estado tiene la muerte pintada en la cara, con una cruz encima, le han inyectado formol, su carro fúnebre va de camino al panteón y terminando los nueve días.

Y una minima muestra de ello es que aquí no es de dudar que no sean fieles los difuntos y encomendarse al Cristo Redentor para que sea el Cristo Salvador y que sea la puerta del cielo de los que ya partieron. Y que su nueva casa sea un Jardín Memorial, pues de los cementerios ya sólo queda el cadáver de lo que eran.

Ya ni el varón del cementerio es guapo porque los lugares del descanso final están a siete pies bajo tierra o en el nicho, mereciendo una misa de cuerpo presente.

Por eso merecen una autopsia, primero porque muerto el perro se acaba la rabia, y además porque sino las autoridades correspondientes entran en su propio ataúd y cavan su propia tumba, pues ya los dolientes del país no son ignorantes y saben que la actual gestión podría ser la morada final teniendo la grama alta y estando solo vivos en la nota luctuosa.

No hay comentarios: